La autoestima es una experiencia íntima: es lo que pienso y lo que siento sobre mí mismo, no lo que piensa o siente alguna persona acerca de mí. Mi familia, mi pareja y mis amigos pueden amarme y aún así cabe la posibilidad de que yo no me ame. Mis compañeros de trabajo pueden admirarme y aún así yo me veo como alguien insignificante. Puedo proyectar una imagen de seguridad y aplomo que engañe a todo el mundo y aún así temblar por mis sentimientos de insuficiencia. Puedo satisfacer las expectativas de otros y aún así fracasar en mi propia vida. Puedo ganar todos los honores y aún así sentir que no he conseguido nada. Millones de personas pueden admirarme y aún así me levanto cada mañana con un doloroso sentimiento de fraude y un vacío interno.
Una autoestima consolidada permite dar curso, dar alas, a lo que se piensa, a lo que se desea, enfrentar dificultades, no ser demasiado influenciable por la mirada de los otros, tener sentido del humor...
Se puede sobrevivir a los fracasos y a las desilusiones, negarse a los abusos, expresar dudas, tolerar cierta soledad, sentirse digno de ser amado y soportar el dejar de ser amado por una persona imaginando que puede haber otra, aunque no haya otra en lo inmediato.
La autoestima consolidada permite expresar temores y flaquezas sin avergonzarse, vincularse con otros significativos sin vigilarlos o ahogarlos, admitirse el derecho de decepcionar o fracasar.
Considerar la autoestima como necesidad básica es reconocer que actúa como el sistema inmunológico del psiquismo, proporcionándonos resistencia, fortaleza y capacidad de recuperación."
Luis Hornstein
Autoestima e identidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario