1. Extracto de vainilla natural. Es lo que más suelo utilizar pues es comodísimo, todo el aroma de la vaina en una cucharadita. Al ser natural no lleva ni colorantes ni azúcares añadidos. Yo lo suelo comprar en Inglaterra pero ya hay varias tiendas on line que lo venden. Esta marca, Nielsen-Massey, tiene unos productos estupendos. Los puedes comprar, por ejemplo, en La cocina del monstruo.
2. Pasta de vainilla. Es mi favorita pero es todavía más cara que el extracto, por eso no la uso todo lo que me gustaría. Es una especie de jarabe espesito que contiene las semillas de la vaina. La verdad es que cunde bastante pues una cucharadita equivale a toda una vaina.
3. Vainilla en polvo. Son las semillitas de la vaina listas para aromatizar tanto líquidos como sólidos. El frasquito que veis en la foto lo podéis comprar en la tienda on line y aquí en Santander. Sí, sí, en Santander lo podéis comprar en la Antigua Ermita, el puesto de especias de la plaza de la Esperanza.
4. Vainas de vainilla. Las buenas son caras y no son fáciles de encontrar. Las “normalitas” las puedes comprar en cualquier super. La marca Vahiné las comercializa en paquetitos de dos en dos. Hay que tener un poco de cuidado para no comprar las que parezcan viejas y arrugadas. Yo las suelo utilizar cuando ando escasa de extracto. Es un poco más latoso pues hay que abrir las vainas y raspar las semillitas con cuidado, pero tienen la ventaja que luego las podemos reutilizar para hacer azúcar vainillado casero.
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