Esta es otra receta bastante rápida que pude servir tanto para dos porciones de una comida de entrecasa, o bien para cuatro, si es que las tostadas se sirven como entrada.
En el mínimo detalle de untar los panes con manteca está el secreto, porque hace que en el horno esa miga blanda e insípida forme una capa finita, dorada, bien crocante y sabrosa sobre la que se apoyan el resto de los ingredientes.
La única advertencia es que cuanto más queso les pongan, más pesadas les van a quedar (en la foto tienen bastante). Por eso, si quieren un palto más liviano, no abusen.
200 grs. de champigonos, portolbellos o una mezcla de ambos
Aceite de oliva, cantidad necesaria
4 rebanadas de pan
4 fetas de queso de máquina cortadas en cuadraditos o 4 cucharadas de algún queso sabroso que les guste (pero si es fuerte no le pongan mucho)
Manteca, cantidad necesaria
Precalentar el horno a fuego medio. Lavar y cortar los hongos en láminas de 2 o 3 mm. En el caso de que los portobellos sean grandes, primero cortarlos a la mitad verticalmente, y después en láminas.
Poner un poco de aceite de oliva en una sartén. Cuando esté caliente, echar los hongos y dejar que se cocinen sin tocarlos. Una vez que estén tiernos , salpimentar y revolver un poco. Apagar el fuego.
Untar las rebanadas de pan con manteca. Colocarlas sobre una fuente para horno con la cara con manteca hacia abajo. Colocar encima de cada una de ellas un cuarto de los hongos saltados. Terminar con el queso por arriba, y llevar al horno hasta que éste esté bien derretido. Comer caliente.
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