La clave de este plato es que el pescado no se pase. El punto del salmón es lo que marca la diferencia entre una delicia y un palto que cuesta terminar. La salsa de crema, por su parte, le va perfecta. Cuesta creer que sea algo tan sencillo como mezclar un poco de crema con jugo de limón.
Para dos porciones:
400 grs. de salmón
1 cucharada de semillas de sésamo
1 cucharada de semillas de amapola
1 cucharadita de harina
Sal y pimienta
Aceite de oliva, cantidad necesaria
Manteca, cantidad necesaria
Salsa
½ taza de crema de leche
Jugo de ½ limón
Sal y pimienta
Cortar el samlón, sin la piel, en dos porciones. Condimentar con sal y pimienta. En un plato mezclar las semillas de sésamo, de amapolas y la harina. Pasar el salmón por esta mezcla.
En una sartén colocar un hilo de aceite de oliva y una cucharada de manteca. Una vez caliente incorporar las piezas de salmón. Cocinar durante cuatro minutos y dar vuelta. En ese momento agregar el jugo de limón y terminar de cocinar. ¡Pero no se tienen que pasar! Deben quedar a apunto: rosa fuerte en el medio, casi crudo, pero tibio. Y por fuera dorado, con la costra crocante de las semillas.
La salsa es muy sencilla: mezclar la crema con el jugo de limón y salpimentar. Después, calentarla en una pequeña olla o en el microondas. Verter la mitad en cada plato y acomodar arriba las porciones de salmón.
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